Las temporadas son parte del diseño que el Señor ha establecido en todo lo que ha creado. El orden natural de la creación, el desarrollo de la vida de una congregación y la madurez espiritual están compuestos por diferentes temporadas que cumplen propósitos específicos. Lo que es cierto para estos ordenes en la creación lo es también para el ministerio o el servicio espiritual.
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Una de las razones por las cuales el Señor puso temporadas en Su creación es para enseñarnos lecciones espirituales.
Eclesiastés 3:1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
El apóstol Pablo es un ejemplo de esto. Su ministerio estaba centrado en predicar las inescrutables riquezas de Cristo y establecer iglesias sobre esa revelación. Pero no siempre lo pudo hacer.
Luego de su primera misión apostólica, Pablo pasó un largo tiempo en la iglesia de Antioquia, una iglesia que él no había establecido. Luego de su tercer viaje apostólico, paso tiempo en la iglesia de Jerusalén, otra congregación que él no había establecido.
En otras ocasiones Pablo fue limitado soberanamente por el Señor, permitiendo que fuera encarcelado por extensos periodos de tiempo. Sin embargo, lo que parecía una limitación, produjo las extraordinarias cartas a los Colosenses, Efesios y Filipenses.
Si tú le sirves al Señor en alguna capacidad, es importante que disciernas la temporada en la que te encuentras. En tu vida y ministerio abran diferentes temporadas que cumplirán diferentes propósitos. Habrá temporadas de descanso, realineamiento, y refrigerio. También, habrá temporadas en la cual cambiarás el enfoque de tu servicio y ministerio por un tiempo.
Estas temporadas no las podrás controlar tú, porque están diseñadas para manifestar en ti algo que solo ese tiempo y proceso de tu vida puede producir. No te desesperes. El Señor de la cosecha sabe cuándo su terreno está listo para un nuevo fruto.
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1 Corintios 3:9
Y vosotros sois labranza de Dios…
Mantente alerta a lo que el Señor te pueda mostrar, hablar o revelar durante esta temporada. Apaga el ruido exterior de personas que no colaboran en nada durante esta etapa de tu vida. Pasa tiempo en oración sin agendas predeterminadas. Permite que el Señor redirija tu vida aunque no se parezca en nada a lo que tu pensabas. Y, sobre todo, no te desesperes.
¿En que temporada te encuentras?