Asumiendo que viviré 100 años, voy por la mitad del camino. ¿Cómo?
Wao, Es difícil creerlo, pero es cierto. Llegue. Tengo 50 años. ¡Si, 50! Ahora seré considerado un hombre de mediana edad. Cuando yo tenía 20 años de edad creía que los que tenían cincuenta años, eran viejos. La ignorancia es atrevida. Es una característica de los 20’s.
50 es uno de esos “importantes” números que escuchas durante toda tu vida porque todo el que cumple 50 años lo hace una gran cosa. No es para menos. El pasar de los años nos provee la oportunidad de una cantidad de experiencias que nos permiten convertirnos en la persona que Dios quiere que seamos, aunque en muchas ocasiones, llegar a ser esa persona no es siempre fácil.
Para mi cumplir 50 años de vida significa celebrar un año más en el cual el Señor me ha bendecido. La alternativa al envejecimiento es no estar vivo, y por el momento no me interesa.
Sin embargo, es inevitable no pensar y entender las incertidumbres sobre el envejecimiento. El pensar que he vivido medio siglo de vida y me quedan menos días por delante, es bastante sobrecogedor.
Siempre he preferido mirar cada situación como una oportunidad para crecer y compartir las lecciones con otros. Esta no será la excepción. Permíteme compartirte cinco cosas que he aprendido en mis primeros 50 años de vida.
- Nada es gratis en la vida.
La sabiduría y la experiencia tienen un costo. Aun así, prefiero la edad que tengo que la incertidumbre de los 20’s y los 30’s, cuando quería encontrarle sentido a todo en la vida, teniendo que aprender las lecciones que ya Dios me había enseñado, y cometiendo errores que no quería cometer. Gracias Señor, por las lecciones aprendidas, y la sabiduría que se adquiere viviendo la vida.
Proverbios 3:13
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;
2. Nada en esta vida dura para siempre.
Ahora que me quedan menos días por delante que los que he vivido, siento la urgencia de vivir mejor y con mayor sabiduría. Hay cosas que ya no me preocupan y que he aprendido que no se merecen que pase tanto tiempo pensando en ellas. Quiero aprender a mirar lo que no se ve, porque todo lo que se ve es temporero.
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Salmo 90:12
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.
3. Una mayor apreciación por la vida y la salud
En los 50 estoy siendo testigo de lo que otros de mi edad y mayores experimentan: ver a nuestros seres queridos envejecer y luchar contra la enfermedad, la realidad de que un día mis padres morirán, el hecho de que mi mente le dice a mi cuerpo que puede hacer lo mismo que antes y él se resiste, y muchas cosas como estas.
Aun cuando confronto mi propia humanidad es consolador saber que hay UNO, que va delante de mí y que ya ha visto el final.
Salmo 139:16
Mi embrión vio tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
4. Tengo más razones para cuidar mi cuerpo y bienestar emocional
Es interesante como la edad cambia tu percepción en cosas como estas. La vanidad de los primeros años pierde su brillo y las razones por las cuales te cuidas tienen que ver más con ser responsable con el templo de Dios (tu cuerpo) que querer impresionar a otros.
Mantenerte en buena condición física y emocional para cumplir el propósito es ejercer una mayordomía responsable. Glorificar a Dios es cumplir con tu propósito en la tierra - y la mejor forma para hacerlo es en una buena condición física y emocional. Sacar tiempo para ejercitarte, disponerse a comer mas saludable, vivir en el momento, disfrutar las cosas simples - reflejan que los años no han pasado en vano y quieres glorificar a Dios en cada área de tu vida.
Gracias Señor, por la oportunidad de salir a caminar, poder ejercitarme, cuidar el templo de tu Espíritu. Aun en el proceso de envejecimiento hemos sido formidable y maravillosamente creados.
Salmo 139:14
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
5. Mi comunión con Cristo es mejor al pasar de los años
En los días cuando todavía se me nubla el entendimiento, lamento decisiones que tomé, pecados que cometí, me consuela saber que él me llamó con un propósito desde antes de la fundación del mundo para hacerme conforme a su Hijo.
El conoce mi corazón. Todos mis caminos no le son extraños. Él ha escrito un libro con todas aquellas cosas que fueron formadas sin faltar una de ellas (Salmo 139:16). Eso significa que él ha seguido la historia de mi vida, y también la tuya.
Con virtudes y deficiencias, en buenas y malas decisiones – Él nunca me ha abandonado. El Dios de mi niñez, y adolescencia, en mi joven adultez y ahora en mi media edad, ha estado guiándome, en muchas ocasiones, aun sin yo saberlo.
Hay algo reconfortante al saber que él ha visto mi vida desde el principio hasta el final. En esta segunda mitad mientras prosigo a la meta del supremo llamamiento, él estará ahí para guiarme hasta el círculo de los ganadores.
Por esta razón, “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14.
A nadie se le garantiza envejecer. Es un regalo que debemos honrar cada momento hasta que terminemos nuestra jornada en la tierra.
La vida del patriarca Abraham nos enseña que a pesar de los errores que se puedan cometer, al final es Dios quien tiene la última palabra.
Génesis 24:1
Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abraham en todo.
No podemos retroceder, lo pasado ya pasó. Solo queda lo que está por delante. Sean 50 mas, 40 o 20, no sabemos – lo que, si yo sé, es que he comenzado a pensar sobre el envejecimiento no como un tiempo donde termina la jornada, sino como una maravillosa oportunidad para lanzarnos a nuevos comienzos.
Después de todo, vivir la vida se puede comenzar a cualquier edad y la mía con la bendición de Dios, apenas está comenzando a los cincuenta.
¿Qué lecciones has aprendido y que es lo más que aprecias sobre tu edad o la temporada de vida en la cual te encuentras?
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