La clase religiosa de los tiempos de Jesús trato de ignorarlo, pero su influencia creció tanto que fue imposible. Como él no se pasaba anunciando sus títulos y credenciales, y no se identificaba con la clase elite de religiosos, no lo tomaban en serio. Para ellos, él no tenía credibilidad.
Los ataques no se hicieron esperar. Primero, sus ataques fueron en contra del contenido de sus enseñanzas. Cuando se dieron cuenta que no podían refutarlo exitosamente cambiaron su táctica. Los ataques personales se convirtieron en su nueva arma para difamarlo.
Ellos decían: “Él no tiene autoridad para decir tales cosas”, “Nosotros conocemos su familia”, “Él no tiene credenciales”, etc.
Luego, escalaron los ataques: “El nació como resultado de fornicación”, “Él es un blasfemo”, “Él es un engañador”, “Es un glotón y un borracho”, “Es un falso profeta”, y cuando ya no le quedaba nada más dijeron; “Satanás está obrando a través de él.”
Impresionantemente esta misma historia se repite con demasiada frecuencia.
Juan 15:20
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
La realidad es que la naturaleza humana no cambia. Tampoco cambian los sistemas que los hombres crean, incluyendo los religiosos. Las reacciones son todas iguales.
Cuando los hombres se sienten amenazados, la maldad que es capaz de mostrar en el nombre de Jesús (mientras dicen que lo defienden) desafía la cordura. Lo que controlo el corazón de los que entregaron a Jesús a Pilato, fueron los celos.
Marcos 15:10
Porque conocía [Pilato] que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
El favor y la unción de Dios siempre provocaran celos y envidia en aquellos que no lo tienen. Los celos siempre están a flor de piel en aquellos que son religiosamente ambiciosos e inseguros.
Hechos 5:17-18
Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos,
se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
Hechos 4:1-3
Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,
resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
Hechos 9:22-24
Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle;
pero sus
asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
Los celos religiosos siempre se manifestaran de la misma manera, pero el Señor protege a los suyos.