La acusación departe de quien Pablo luego llamaría “falsos hermanos” continuaba intensificándose. Según ellos, Pablo no era un Apóstol legítimo como los de Jerusalén, el cambio el mensaje que se le había encomendado departe de Pedro y Jacobo, haciéndolo demasiado fácil para los gentiles.
El propósito de esta acusación era ganarse el afecto y la fidelidad de los gálatas. Querían hacerle creer a esta joven comunidad de creyentes que ellos eran confiables porque conocían a los apóstoles de Jerusalén , y ellos si predicaban el verdadero evangelio.
En otras palabras, nuestro mensaje lo valida a quien conocemos y con quien nos asociamos. En nuestro tiempo seria: ¿Quién es tu cobertura? (en el futuro escribiré sobre esta temática tan abusada en nuestro tiempo) Esta es la razón por la cual Pablo hace una detallada descripción de su visita a Jerusalén.
Gálatas 1:18-19 – Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.
Con esto Pablo establece:
- Él era independiente: Pablo no fue a Jerusalén a sentarse a los pies de Pedro, Santiago y Juan, los tres grandes apóstoles de Jerusalén.
- Él no fue entrenado bajo su liderazgo.
- El no trabajo con ellos en el establecimiento de iglesias en Jerusalén.
- Él no era discípulo de ellos.
- No fueron ellos quien lo comisionaron y constituyeron apóstol.
Este planteamiento es delicado. Mientras que Pablo afirma su independencia de los que “tenían cierta reputación” y los Gálatas habían creído al evangelio que Pablo le predico; “que en Cristo (El Mesías) Dios estaba creando una sola familia compuesta por judíos y gentiles», los cuales son fieles a Cristo mismo.
El, quería que ellos fueran fieles a él, pero si aún era necesario escoger, ellos tenían que escoger el evangelio primero antes que a el mismo.
Gálatas 1:8 – Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Esto es irónico. Para Pablo, la unidad de la iglesia era central en su mensaje. Una lectura de sus epístolas revela la pasión de Pablo de ver una iglesia unida en un mismo propósito y sentir. Sin embargo, la única forma que esta unidad se podía manifestar entre los gálatas era afirmando su independencia de los apóstoles de Jerusalén.
En otras palabras, su mensaje no se lo dieron los apóstoles de Jerusalén, sino que Cristo mismo se lo revelo y lo constituyo como Apóstol.
Esto confronto a los problemáticos que querían dividir la iglesia. La sugerencia era que los que reclamaban que eran legítimos no eran otra cosa que el eco de otros y eran ellos quienes trasgiversaban el mensaje para ganarse el afecto de los gálatas.
¿Cómo sabemos esto? El final de los versos del capítulo uno nos regala una interesante declaración.
Gálatas 1:23-24
…solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí.
Estos primeros cristianos no habían conocido a Pablo, pero habían escuchado de él. Lo que habían escuchado no era que él era un hereje, o un falso predicador, o uno que distorsionaba el mensaje, por el contrario, “el que antes trato de destruir el mensaje ahora es la fe que predica”.
Ese era el punto – el testimonio de Pablo sobre su llamado, mensaje y ministerio era tan contundente que los hermanos – “glorificaban a Dios en mí.”
Magistral, si los que lo acusaban tenían la razón, entonces, ¿porque los hermanos de Judea glorificaban a Dios y no se quejaban de que el distorsionaba el mensaje?. Con esto expuso a los que querían dividir la iglesia y sus verdaderas motivaciones.
Han pasado varios siglos desde que este incidente sucedió, pero el asunto sigue siendo el mismo. La autonomía y la unidad de la iglesia.
Nuestro tiempo no es muy diferente al primer siglo en relación a este asunto. Todavía tenemos personas, denominaciones, concilios, redes apostólicas, asociaciones de pastores y fraternidades reclamando que ellos o su sistema poseen la autoridad suprema, y cualquiera que no se parece a ellos está mal y la única forma de estar bien es uniéndose a ellos o estando bajo «su cobertura».
Irónicamente, esos líderes, organizaciones e iglesias que más gritan sobre lo diferente que son, terminan con los sistemas y estructuras de autoridad más rígidos.
Este ha sido el fracaso de la llamada “reforma apostólica”. Lo que comenzó como una restauración al diseño original se ha convertido en otra institución de los sistemas religiosos.
Es muy común ver creyentes ser más fieles a la institución o a su apóstol que ha Cristo mismo. La mezcla de pactos, la división, el sectarismo, siguen siendo males que afectan la verdadera unidad de la iglesia en el Espíritu.
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En cierta medida es consolador saber que esto no es solo un problema de nuestro tiempo, ya eran problemas endémicos en la iglesia del primer siglo. Lo que sí es importante, es reconocer el verdadero problema y saber cómo enfrentarlo.
Si Pablo ha de ser un referente, la primera lección es: “el mensaje se tiene que comunicar con claridad.” No hay dos evangelios, o dos pueblos. No es quien es más conocido, o quien tiene la iglesia o la red más grande. Nada de eso valida el mensaje. El mensaje es Cristo.
En El y solo en El, al Padre le ha placido reconciliar todas las cosas. Su llamado en la vida de los que han creído producirá autonomía y a la misma vez unidad en el cuerpo.
Esto se pone mejor. No te pierdas los otros artículos. Todavía Pablo está estableciendo el fundamento sobre el cual construirá la revelación del Nuevo Pacto.
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