Como un perito en su materia, Pablo presenta en estos versos (Gálatas 3:23-29) el propósito de la ley en la historia de Israel. La palabra que el usa para describir la función de la ley durante el periodo entre Moisés y la llegada del Mesías fue la palabra “ayo».
Gálatas 3:24
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
“Ayo” se traduce en inglés como “schoolmaster” lo cual es una traducción de “piadagogos” que literalmente significa “líder de niños”.
Un “piadagogos” no era un maestro sino un esclavo, el cual en familias con recursos económicos se le confiaba la supervisión general de los niños.
Este esclavo tenía la responsabilidad de acompañar y traer al niño de la escuela, nunca perderlo de vista, prevenir malas asociaciones e inculcarle lecciones morales en cada oportunidad que tuviera.
El “piadagogos” era severo y firme en su disciplina, como lo fue la ley para los judíos, para prepararlos para la fe en Cristo. La forma en como los preparo fue produciendo convicciones de culpa e impotencia, hasta que llegara la fe.
Una vez venida la fe, la ley seria innecesaria, así como el “ayo” era innecesario cuando el niño se convirtiera en un adulto.
Gálatas 3:25
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
El punto básico de Pablo es que la ley fue establecida mientras Israel era todavía un “niño” y necesitaba que alguien lo supervisara. En otras palabras, la ley es para los niños.
Habiendo cumplido su propósito, la ley identifico el pecado y le asigno nombre al comportamiento, pero no proveyó el poder para vencerlo, ahora Israel estaba listo para creer a la provisión de Dios para ellos en el Mesías.
Esta fe está íntimamente ligada a la llegada del Mesías el cual como el representante de Israel era digno de ser confiado. Esto indicaba que la etapa de niño había pasado con la llegada del Mesías, el varón perfecto y maduro.
Este Mesías es plenamente confiable porque cumplió con todas las demandas y exigencias de la ley y trajo el cumplimiento de las promesas de Dios.
Esta confianza en Cristo (entiéndase fe) constituye a los que han creído, en hijos y miembros de la familia de Dios.
Gálatas 3:26
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
El lenguaje que Pablo utiliza se remonta al tiempo del Éxodo. La liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Su argumento era, que, desde Moisés hasta la llegada del Mesías, fue como cuando Israel estuvo esclavo en Egipto. Pero ahora, ha llegado el tiempo de la liberación.
La preocupación de Pablo en toda la carta es, que si regresaban a vivir por la justicia de la ley, era regresar a la esclavitud de la cual ya habían sido libertados.
¿Cómo llego esa liberación?
Cuando creyeron y fueron bautizados.
¿Bautizados en quién y cómo? ¿Cómo se alcanza el grado de madurez, para ser confiable, sin la necesidad de tener un ayo?
Pablo explica esto estableciendo que para eso hay que “estar en” o “pertenecer al Mesías”, el Cristo. Esto significa pertenecer a una nueva comunidad, una nueva familia real, el pueblo de Dios, y a esa familia se entra por medio del bautismo.
El bautismo es “en Cristo”, esa es la puerta por la cual se tiene acceso a la familia de Dios.
Gálatas 3:27
Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Nota que no dice, los que han sido bautizados en el nombre de Cristo o en agua o con agua rociada sobre la cabeza – sino “bautizados en Cristo.”
Aquellos que por la fe han creído (confianza absoluta en la obra la cruz) se le ha puesto una nueva ropa – “han sido revestidos”. A esa ropa Pablo le llama en otros lugares el nuevo hombre.
Ser parte de esta nueva familia hace irrelevante cualquier otra distinción, los términos de estatus y privilegios ante Dios y los unos con los otros son iguales.
Esto no significa que se pierde toda identidad humana. Pablo estaba consiente que él era un creyente judío, pero esa no era la condición para pertenecer a la familia de Abraham. (Romanos 11:1-6)
Tu aceptación en la familia de Dios no es que cambies de cultura, lenguaje, costumbres y sanas tradiciones, sino que seas revestido de Cristo lo cual es solo posible por medio de la fe.
Por cuanto estas y eres de Cristo, ahora eres del linaje de la familia de Abraham.
Gálatas 3:29
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
Esto es libertador porque la obra del Espíritu en nosotros no es conformarnos a otra cultura de la tierra sino a Cristo, el cual no es judío ni Gentil sino un espíritu vivificante.
Ahora tu estatus en la familia de Dios no es por causa de donde naciste, ni cuál es tu sexo, ni cuál es tu estatus económico, o que apellido llevas, sino si estas en Cristo.
En esta nueva familia: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:28)
Como en los tiempos de Pablo, los hombres consciente o inconscientemente siguen dividiendo la iglesia. Con demasiada frecuencia la división está centrada en aspectos culturales o étnicos. El protestantismo del norte de Europa versus el catolicismo del sur de Europa. En los tiempos modernos las denominaciones con todas las diferentes vertientes teológicas, las redes apostólicas en muchas ocasiones disfrazadas de denomicionalismo, etc.
Una verdadera pasión apostólica se mostrará por la pasión que se muestre por la unidad de la iglesia.
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¿Sera que la división es una muestra de inmadurez? ¿Habremos verdaderamente madurado como individuos y como iglesias? ¿Podemos ser confiables? ¿Verdaderamente hemos creído al evangelio de Cristo o a la versión del evangelio de los hombres?
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