El Fruto Del Espíritu


Uno de los distintivos en los escritos del Apóstol Pablo, es la manera en como describe lo “nuevo” y “lo viejo”, “la ley y la gracia”, “la carne y el espíritu” y “las obras de la carne y el fruto del espíritu”.

arbol con fruto - fruto - manzana

 

Particularmente en las dos listas que él considera en estos versos se encuentra la visión paulina de lo que sucede en una persona cuando por medio de la fe y el bautismo, entran a la comunidad de los redimidos.

Considera como en el verso 24 el habla de los que han creído como “Pero los que son de Cristo” y como asume en el capítulo 4:4-7, que esta gente ha recibido el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

Hay varias cosas que él considera aquí que debemos prestarle atención.

Primero, todos comenzamos en la condición de lo que Pablo le llama “la carne”. Nacemos en familias humanas, con identidad étnica y territorial. Aquí descubrimos toda clase de deseos, los cuales, si le damos rienda suelta producen las “obras” que el menciona. (Esto no es una lista exhaustiva, sino representativa, 5:19-21)

Luego a través del anuncio de las buenas nuevas del evangelio de Cristo, el Espíritu de Dios hace la obra y las personas son renovadas. La primera señal de esa renovación y la marca de pertenencia es su fe en Cristo, como el Señor resucitado.

Esta participación y pertenencia con el pueblo de Cristo requiere que ellos sean trasladados de la muerte a una nueva vida (esto él lo considera en el capítulo 2:19-20). Lo que queda atrás en esta muerte, en la co-crucifixión con Cristo, es precisamente la vida de la “carne” que determina quién es la persona (identidad) y lo que hace.

Como resultado el que recibe la vida de Cristo comienza a “llevar fruto”. Las nueve características que Pablo enumera en los versos 22-23 no son cosas que si nos esforzamos mucho podemos hacer sin la ayuda del Espíritu. Si tu sospechas que alguien que está siendo bondadoso contigo se está esforzando, esa bondad pierde su sabor. El punto es que cuando el Espíritu está obrando en la vida de los que han nacido de nuevo, este fruto se comienza a manifestar; una nueva motivación se manifiesta.

Por supuesto que esto no es ajeno a la disposición y capacidad pensante del creyente. Nosotros debemos “poner nuestra mirad en las cosas de arriba». Esta es la razón por la cual Pablo dice en el verso 25, “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

Este fruto es orgánico, es natural en la vida del creyente, no una fabricación religiosa de algo que se ha tenido que producir por el esfuerzo humano y no como una obra del Espíritu.

Esta clase de gente, vive en la comunidad de los redimidos (los que son de Cristo) por esta regla de vida que fluye de la nueva vida en Cristo.

Esto preocupaba a Pablo. Él estaba viendo como por causa de los “perturbadores” la iglesia en Galacia, se estaba consumiendo a ellos mismos, separados por distinciones étnicas y territoriales. Según Pablo esta actividad no debe ser parte de la iglesia y cuando está presente no es otra cosa que las “obras de la carne”.

Pablo quería que los gálatas aprendieran a vivir en y por el Espíritu. La exhortación estaba dirigida a que si ellos vivían de la manera que el Espíritu los estaba dirigiendo, la ley judía no podía condenarlos (verso 23b) y no habría necesidad de separar a las creyentes los unos de los otros, lo cual las falsas enseñanzas estaban haciendo.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

El balance que esto produce es tan importante para la iglesia del siglo 21 como lo fue para la iglesia del primer siglo. Lamentablemente muchos permiten que su celo por la verdad del evangelio los traicione y en vez de comunicar la verdad en amor lo hacen con ira y aun malicia, esto también son las “obras de la carne” manifestándose.

[shareable]En vez de comunicar la verdad en amor lo hacen con ira y aun malicia, esto también son las “obras de la carne” manifestándose.[/shareable]

Parece ser que la mezcla del amor y la verdad que con frecuencia Pablo exhorta a que se practique (Efesios 4:15) no está presente en la vida de la iglesia en el siglo 21. La respuesta de Pablo para esto no es trata más, esfuérzate más, ayuna más, busca más, pacta más, canta mas, vigila más, – simplemente necesitamos aprender a vivir y a andar en el Espíritu. Tan simple y a la vez tan profundo. 


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