Dos Pactos, Un Plan – P.1


El Viejo y el Nuevo Pacto son diametralmente opuestos. Según Pablo, el viejo pacto está basado en reglas, regulaciones, ritos y ceremonias. Estas ordenanzas externas no podían cambiar el corazón. Producían esclavitud, no libertad. En realidad, según Romanos 5:20ª, la ley causa que el pecado aumente, “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase”. La ley amplifica nuestra rebelión.

La ley empeora nuestra condición caída – y no hace nada para aliviarla. ¿Significa esto que la ley es mala? En ninguna manera. La ley es buena, santa y justa (Romanos 7:12). Pero, su propósito no era salvar a nadie. La intención era enfocar la inhabilidad de mantener nuestra propia espiritualidad – la ley estaba diseñada para apuntar hacia la necesidad de un salvador.

El término, “viejo pacto” describe el acuerdo que Dios hizo con Israel, escrito en piedras en la ley de Moisés. El Viejo Pacto está basado en el “rendimiento humano” mientras que el Nuevo Pacto está fundamentado en “el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7:16)

Aunque ambos pactos son opuestos, debemos ver ambos pactos como un solo plan de Dios. Todos los pactos y acuerdos del pasado encuentran su cumplimiento en Cristo. En el Antiguo Testamento no había un Dios airado que luego se convirtió en un Dios alegre en el Nuevo Testamento.

Todo el Viejo Pacto fue una gran preparación para el gran final en el Nuevo Pacto. Dios siempre estuvo orquestando detrás del telón, cómo iba a eliminar el problema del pecado y la condición del ser humano.

Toda la historia era una preparación para el Plan A, el cual Dios se había propuesto desde antes de la fundación del mundo. El plan siempre fue que Cristo tomaría condición humana, en la descendencia de la genealogía de Abraham para reconciliar todas las cosas en El.

2 Corintios 5:19

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

El Evangelio es la respuesta al problema del pecado que fue resuelto aún antes que comenzara.

Dios no estaba experimentando con varios programas y planes para ver cual le funcionaba. Muchos creen que Jesús era la última opción que le quedaba a Dios, para recuperar lo más que pudiera después de muchos intentos fallidos.

El Viejo Pacto no fue uno de los muchos intentos fallidos para salvar la humanidad. La encarnación, crucifixión y resurrección siempre fue el centro y la culminación de toda la actividad soberana de Dios en la historia.

Los pactos y la ley eran solamente unos preámbulos que señalaban al acto final. El Viejo Pacto fue un precursor al Nuevo Pacto – el único que plan que Dios siempre ha tenido.

La ley tenía que encontrar su cumplimento perfecto en Cristo Jesús y sólo en Él, para que nosotros siempre confiáramos en el y no en nosotros. Solo de esta manera dejaríamos de buscar el “Cómo” de la vida y nos concentráramos en él «Quién”.

Seguro que la ley tenía sus beneficios temporeros. Como un sistema de manejo de pecados para una humanidad caída era muy buena en enseñarnos a cómo identificar el comportamiento que merecía castigo. La ley también tenía gloria, pero era una gloria temporera, la cual aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. (2 Corintios 3:10)

Aunque gran parte de  la iglesia todavía está “encantada” en la ley y sus varias formas, ya no es la manera en cómo los hijos del Padre viven sus vidas. Si en la ley es que te glorias, de Cristo te desligaste y de la gracia has caído. (Gálatas 5:1)

Existe una gran cantidad de “creyentes en el nuevo pacto” que dicen no vivir por las leyes del viejo pacto, sin embargo, están atados en un legalismo interno que los tiene sofocados. La ley con todas sus demandas era simplemente una incubadora que nos estaba preparando para lo nuevo.

El plan de Dios siempre fue una maravillosa idea que ahora se ha revelado en Cristo. La sustancia es Cristo. Una vez la substancia aparece, la sombra desaparece. La sombra tuvo su propósito en toda la implementación del plan.

Cristo y Su obra redentora siempre fue el plan eterno de Dios desde antes de la fundación del mundo. Cristo estaba presente aun desde el inicio de la vieja creación.

Juan 1:1-3

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Cristo y Su obra redentora siempre fue el plan eterno de Dios desde antes de la fundación del mundo.Haz click para twittear

Así como el Viejo Pacto fue establecido para preparar el camino al Nuevo Pacto, así también la vieja creación prepararía el camino para la nueva creación. Un solo propósito expresado de diferentes maneras.

Desde antes de la fundación del mundo, la reconciliación de todas las cosas siempre estuvo tejida en la fibra del eterno plan y sería la consumación de la estrategia divina de Dios para reconciliarnos con El.

Colosenses 1:15-20

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Esta idea de que todo estaba reconciliado en Cristo gobernaba la vida y ministerio del Apóstol Pablo. Pablo, era un hombre poseído por el amor de Dios porque él reconocía que «si uno murió por todos, luego todos murieron«, 2 Corintios 5:14. Unos cuantos versos después declara:

2 Corintios 5:17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Algo que debes comprender es que Cristo no le dio otra oportunidad al viejo tu. Tu no eres una versión remodelada del viejo Adan. Tu has sido completamente transformado en algo nuevo. En el Griego hay varios términos para la palabra «nuevo». Una de esas palabras es «neos«. Esta palabra sugiere algo que es nuevo en relación al tiempo.

Ejemplo:

Yo tenía una computadora vieja. Se me daño. Ahora tengo una computadora (neos) nueva. 

En este sentido «nuevo» está relacionado a lo antiguo versus lo moderno. La nueva computadora es igual a la vieja excepto que es mas moderna y todo funciona. Sin embargo, esto no es lo que Pablo está diciendo cuando se refiere a que los que estan en Cristo son una nueva criatura o nueva creación. Tu no eres nuevo en relación al tiempo. Tu no eres una versión actualizada de la vieja criatura que eras antes de estar en Cristo. Tu eres algo totalmente diferente a lo que eras antes. 

El Evangelio no es un programa de rehabilitación para que «comiences otra vez» o «una segunda oportunidad» para que le pruebes a Dios que ahora si lo vas a hacer bien. Eso en realidad no son buenas noticias. Cristo no te perdono y te dio una segunda oportunidad para que lo hagas mejor. Lo que él hizo fue que transformó la misma esencia de lo que tu eras. El te hizo completamente una nueva creación.

La palabra que Pablo usa en 2 Corintios 5:17 para describir a los que estan en Cristo es «Kainos» (G2537) que significa, una nueva clase, novedoso, sin precedente, nunca antes visto, una nueva clase de sustancia. Tu eres una creación kainos. La misma creación nunca ha visto algo así, por eso gime por la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8). Tu eres de una clase diferente. Tu no eres una versión mejorada de quien eras, tu eres parte de una nueva humanidad. Algo inimaginable para la mente humana, sin precedentes.

Por ahora esto es suficiente, en el próximo artículo trataremos con el Nuevo Pacto y La Nueva Humanidad. Gloria a Dios por este glorioso Evangelio.


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