Dios Y El Sufrimiento Humano


La maldad y el sufrimiento humano son una realidad que ninguno podemos negar. Esta realidad ha dejado perplejo a los más profundos pensadores de la historia y muchos intentos se han hecho para explicar porque el dolor y la maldad existen en la presencia de un Dios bueno y justo. El matemático y filósofo Gottfried Leibniz, acuñó el término "Teodicea" como un intento de responder a la pregunta de porqué un Dios bueno permite manifestaciones de maldad. A esto se le conoce como la doctrina de la Teodicea. Para un estudio profundo de esta temática vea el libro Evil And The Justice Of God por N.T. Wright. La pobreza, el hambre, el tráfico humano, la esclavitud sexual son realidades de nuestro mundo moderno. Se estima que al menos 29.8 millones de personas viven en esclavitud ahora mismo. En los Estados Unidos hay por lo menos 60,000 personas en esclavitud. Para ver un mapa de donde viven estos esclavos oprima aquí. Es cruel tratar de explicar o ofrecer las triviales “respuestas cristianas” cuando alguien se encuentra en medio de dolor, pérdida o sufrimiento personal. Es fácil desde la comodidad de nuestra casa, con una taza de café en mano y ajenos del dolor y sin relación con los afectados anunciarles por Facebook, televisión o radio la razón de su sufrimiento. Estamos más preocupados por la validación de nuestras doctrinas que llorar con los que lloran y caminar con ellos en su experiencia de sufrimiento. [shareable]Estamos más preocupados por la validación de nuestras doctrinas que llorar con los que lloran y caminar con ellos en su experiencia de sufrimiento.[/shareable] Jesús fue movido por el sufrimiento humano. Muchos de nosotros no. Estamos tan ocupados “reclamando nuestras promesas”, “oprimiendo “like” para ser bendecido”, y “probándole a Dios que no somos tan malos como los demás” que estamos inmunes de sentir el dolor de otros y mucho menos entrar al dolor sin respuesta de otros. Seamos honestos, con todos nuestros reclamos de “ser fiel a Dios y a su Palabra”, la verdad es que no creemos que si “uno sufre, todos sufrimos”. El tema del sufrimiento no vende taquillas para el concierto y tampoco llenará a capacidad la próxima conferencia internacional Apostólica y Profética. Intencional y convenientemente este tema no está presente en nuestros púlpitos y programación televisiva. Como resultado de esto, a pesar de la cantidad de predicaciones y estudios bíblicos que hemos absorbido por décadas, la mayoría de los creyentes no están equipados y viven en negación de las dos cosas mas reales de la vida: el sufrir y la muerte. Los buenos “sufren” y los malos “prosperan”.  Si algo aprendemos en la experiencia pastoral es que el sufrimiento también le sucede a hijos e hijas obedientes. Estar presente en la muerte prematura del primer hijo, consolar a la familia en el suicidio de un ser querido, estar presente hasta el último suspiro con la familia de un ser querido que vivió una vida ejemplar, pero murió de un cáncer que consumió su cuerpo, entre muchas otras cosas, son experiencias comunes en la tarea de un pastor(a). Como le llaman los expertos en la materia, esos momentos nos confrontan con nuestra propia humanidad.  El sufrimiento es el fruto del misterio de iniquidad que opera en un mundo caído, y la nueva creación no está inmune a esto. Nuestra obediencia es el fruto de la nueva naturaleza no un “cerco de protección místico” que espiritualmente te inocula de todo tipo de sufrimiento. En Cristo, tu obediencia te puede costar la vida. Léelo, esta en la Biblia. Considera que para Pablo, los sufrimientos que el experimento por causa de su tarea apostólica en respuesta al llamado le causaron todo tipo de dificultad, dolor, y en mas de una ocasión peligros de muerte. Muchos hoy con una teología de “diablo y escape de todo dolor” le hubieran dicho a Pablo, es que “te falta fe”, “eso es un juicio” “eso es una maldición generacional” , en fin no nos daría el tiempo para enumerar la cantidad de cosas que se dicen para explicar el dolor y el sufrimiento humano. Nos hace bien leer como el proceso las dificultades de su vida y cuál era la pasión que lo gobernaba:

Filipenses 3:9-11

y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;

10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,

11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

Los profetas del Antiguo Testamento inquirieron y suplicaron a Dios para entender y ser aliviados de las presiones de la injusticia, iniquidad y sufrimientos que experimentaba el pueblo de Dios. A ninguno se le dio una respuesta. A nosotros tampoco. Sus profecías trataban con una condición temporera pero apuntaban a una realidad eterna, el día futuro cuando el Mesías viniera y todo sería reconciliado en el. Nosotros también somos exhortados a creer que ya eso sucedió (en Cristo el Padre reconcilió todas las cosas 2 Corintios 5:19) pero no se ha manifestado en su plenitud. Lo que los teólogos llaman, el ya pero él todavía no. La respuesta al sufrimiento históricamente han sido extremas. En la Edad Media el sufrimiento se glorificaba, en nuestro tiempo se ignora o se niega. Esto nos provoca una pregunta,¿Cómo debemos entender y procesar el sufrimiento?. El sufrimiento no tiene ningún mérito inherente en sí mismo. El sufrimiento en cualquier forma debe ser resistido, aliviado y ministrado, cuando podamos y de la mejor forma posible. Jesús alivio el sufrimiento humano, por medio de milagros, y destruyó las obras de satanás. Para nosotros no es menos que eso. Debemos usar cada recurso a nuestra disposición, natural y sobrenatural. Pero, tampoco nos debe sorprender si nos llega el sufrimiento. No tenemos que estar buscando el sufrimiento como un esfuerzo mal dirigido o mal informado en búsqueda de pureza espiritual. El sufrimiento no se busca. El viene sin invitarlo - no pide permiso, no respeta estatus social, o conocimiento de la Biblia. El sufrimiento no es inherentemente beneficioso. No hay virtud en el. Una cosa no es necesariamente equivalente a otra. Hay buen tiempo y malos tiempos, hay cosas buenas y cosas malas – ellas no se causan así mismas, hay días de sol y días de huracanes. Es un peligro hacer un equivalente de cosas que son normales.  En un mismo contexto pueden haber cosas buenas y cosas malas. La pregunta no es si el sufrimiento causa una bendición. Decirle a la gente que Dios le va a devolver 7 veces lo que el diablo le robo, porque han sufrido mucho, y Job lo experimento, no es una doctrina del Nuevo Pacto. La experiencia de Job es descriptiva no prescriptiva. En otras palabras, la intención del escritor es señalar que Dios hace justicia a los Suyos, como esa justicia se manifiesta no es igual para todos. Tampoco aplica la frase, "si eso fue asi en un pacto inferior cuanto mas sera en el Nuevo Pacto". La realidad del Nuevo Pacto es de esencia espiritual no cuantas casas y carros tienes. Un impío que aplique los principios de vida y empresa que están en el Viejo Pacto será más próspero que un creyente que es un perito en la teología del Nuevo Pacto. Una cosa no equivale a la otra.  La pregunta debe ser, ¿Como responderemos al sufrimiento?, y si recibimos amor y cuidado de otros en medio de nuestro sufrimiento. El sufrimiento es una oportunidad, no una virtud. La oportunidad que nos presenta el sufrimiento es mostrar la vida de Cristo en nuestra experiencia humana aquí en la tierra, lo cual es la razón por lo cual la creación misma gime – la manifestación de los hijos de Dios. Esta experiencia se hace en compañía de otros, porque no estamos diseñados para cruzar esos desiertos a solas. ¿Cuándo fue la ultima vez que escuchaste una predicación sobre como enfrentar el sufrimiento que vendrá a tu vida? No me digas que ya lo reprendiste. Ese es uno de nuestros grandes retos. Este tema no se acomoda a nuestros “cliches” evangélicos. Muchos piensan que si "obedecen mucho", "no faltan al culto”, “se someten sin cuestionar nada”, de una manera mágica serán librados de todo mal. Por supuesto no puede faltar la Biblia abierta en el Salmo 91 en la mesa de noche y si diezmas fielmente reprendes al devorador.  La idea de que Dios no existe para satisfacer cada capricho, hacerte exitoso, y ser feliz, para muchos está mucho más allá de su capacidad de comprensión. El Evangelio que muchos conocen esta centrado en ellos, su bienestar y su comodidad. ¿Sera esta la razón para tanta inmadurez? Este tema debe ser considerado en la iglesia. Los que predican y enseñan la Palabra deben hacer arreglos por medio del ministerio de la enseñanza para preparar el corazón de los santos para cuando el sufrimiento los toque. Si esta preparación no ocurre, los creyentes no tendrán un contexto intelectual, psicológico y espiritual para tratar con el dolor y el sufrimiento. El resultado será auto condenación y las famosas preguntas ¿Por qué yo? ¿Qué hice mal? Esto sumado al dolor y sufrimiento que se este experimentando en el momento puede ser devastador en la vida de una persona y se presta para que la voz del acusador tome ventaja ante el vacío de la ignorancia de muchos Cristianos, tratando de procesar el dolor personal. En mi experiencia pastoral esto lo hicimos con mucha responsabilidad. Cuando comencé el pastorado tenia apenas 27 años. Mi preparación hasta ese momento era básica, solo 3 años de instituto, lo cual agote en las primeras 3 semanas de predicar todos los domingos, (es una broma, quizás no). Por lo tanto, traía recursos que me ayudaran a preparar la iglesia para manejo de crisis, perdidas personales, sufrimiento, muerte, luto – en fin lo que todos experimentamos que nadie quiere aceptar. Mi intención era preparar a los hermanos y hermanas para cuando se presentara el sufrimiento, no hacerle garantías de inmunidad contra el. La esperanza era que hubiera un intercambio de amor y dones entre los hermanos. La experiencia me ha enseñado que el dolor del sufrimiento disminuye cuando el amor está presente. Lo que redime el dolor es el amor. La vida es un regalo. Un regalo que debemos celebrar y agradecer. Un regalo frágil. He tenido la oportunidad de viajar a otros países, ministrar en contextos difíciles, hacer “misiones” en sectores pobres – y ver de primera mano el dolor y sufrimiento que vive la mayor parte del mundo. Vivo agradecido de poder vivir en un país con libertades y en un hemisferio con oportunidades y beneficios de prosperidad material, de avances tecnológicos y científicos. En muchos casos nuestra peor condición en un momento determinado de nuestra vida es la realidad de la vida de mas de la mitad de las personas en el mundo. Todo esta prosperidad y beneficios puede hacernos ciegos a la fragilidad de la vida y el regalo que somos los unos a los otros. Amado hermano y hermana, si aún con tanto avance tecnológico y científico, hay enfermedades incurables - , ¿cómo piensa usted que vivieron la mayoría de los cristianos del primer siglo? Yo se que es más fácil y conveniente condenar a otros que sufren por su ignorancia y pensar que nosotros tenemos una “espiritualidad superior” y “conocimientos más elevados”. Pero, la documentación histórica nos enseña que durante el tiempo de Jesús el promedio de la vida de una persona eran 21 años y muchos de esos años eran plagados de enfermedad. La mayoría de las personas ya estaban muertos para la edad de 26 años. (Social Science Commentary on the Synoptic Gospels). Si el evangelio que hemos creído es cierto y bíblico lo debe ser en todas las culturas y en todos los tiempos. Si para lo único que sirve tu evangelio es para condenar, reprender, hablar de dinero, prosperidad, bienestar, comodidades, oro en las manos pero atrasado en deudas, declarar juicio, y creerte mejor que otros - estas engañado. Para los que escribieron la Biblia las tonterías de las cuales nosotros hablamos eran desconocidas. En Cristo puede que experimentes comodidad y, puede que no. Tu obediencia, generosidad, fidelidad, compromiso no son garantía de nada – ya eso el Padre lo resolvió en Cristo. Somos la excepción, no la regla. Vivir 90 años y redimir bien el tiempo cuando apenas hemos sufrido y tenido pérdidas, no es una tarea para principiantes. Estamos bendecidos mucho más allá de lo que los primeros cristianos jamás se pudieron imaginar. Con esta bendición también vienen responsabilidades. Para la mayoría de nosotros la pregunta no es, ¿por qué yo? Sino, ¿qué debo hacer con esta vida bendecida que me han dado? Lo único que tenemos es hoy, mañana no esta garantizado para nadie. Vivamos agradecidos, presentemos nuestra vida al Señor como un sacrificio agradable consientes que ese es nuestro culto racional. Señor enséñanos a contar nuestros días para traer al corazón sabiduría, servirle a otros, y ayúdanos a estar listos cuando el sufrimiento visite nuestra vida, mientras ayudo a mis hermanos y hermanas cuando ellos están sufriendo.

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