Recientemente tuve una experiencia en Punta Cana, República Dominicana, casi me ahogo o por lo menos así se sintió.
La sensación fue horrible. Estábamos caminando en la orilla de la playa antes que comenzara el evento, al cual había sido invitado. La semana anterior había sufrido una infección bacterial que me llevo a considerar la cancelación de mi participación.
Luego de 3 visitas al médico, y un diagnóstico equivocado, finalmente me recetaron los medicamentos correctos, y decidí ir a cumplir con mi compromiso.
El día después de haber llegado, como de costumbre y cuando es posible, salimos a caminar a la orilla de la playa junto al Apóstol Yasser Rivas y Dewell Arroyo. Disfrutamos de una hermosa mañana y una placentera conversación. Decidimos darnos un “zambullón” (esto es del griego boricua, “meternos al agua”), antes de retirarnos a nuestras habitaciones y prepararnos para la sesión de la mañana.
Dewell propuso que nadáramos hasta las “bollas”, la distancia no era mucha, yo accedí y a nadar nos fuimos.
Luego de nadar varias yardas, llegamos a un área más profunda. Todo iba bien, cuando de repente comienzo a sentir que a mis pulmones le faltan aire, el pecho apretado y las olas me están golpeando la cara. Por sentir que me faltaba el aire, estaba respirando con la boca abierta y tragando agua salada.
Comencé a sentir que cada segundo era un minuto y cada minuto una hora. Dewell, se había adelantado. Pensé regresar, pero sabía que las fuerzas no me darían para llegar a la orilla, además, casi no podía respirar. De repente, oigo la voz de Dewel que me pregunta, ¿estás bien? La respuesta inmediata fue, no estoy bien.
Dewell vio mi rostro y se dio cuenta que algo me estaba pasando. Sin pensarlo dos veces regreso y me dijo; “échame el brazo, yo te voy a cargar hasta la orilla, pero te tienes que dejar llevar, no me hundas o hagas fuerza, no puedo nadar por los dos – pero si me dejas te puedo llevar hasta la orilla. Y así fue.
Cuando llegamos a la orilla mi corazón se me quería salir del pecho. Luego de unos minutos, Dewell nos dice, “esta es la segunda vez que me pasa algo como esto”. Nos contaba que la primera vez le sucedió mientras trabajaba en un hotel y un niño de 6 años se estaba ahogando y él se lanzó con todo y ropa de trabajo y le salvo la vida. El incidente fue noticia en los medios de televisión y periódico.
La diferencia que hace alguien con experiencia cuando te quedas sin aire y no tocas fondo, puede determinar entre la vida y la muerte.
Mi experiencia fue en el agua, la de muchos es en el ministerio. Se sienten sin aire, y no están tocando fondo.
Imagínate, si yo por orgullo cuando Dewell me pregunto, ¿estás bien? Le hubiera dicho, “si estoy bien”, él se hubiera dado la vuelta y seguía nadando. Probablemente no estuviera aquí contándote esto.
En el ministerio pastoral esto nos sucede más frecuente de lo que nos imaginamos. Cuando alguien te pregunta, ¿Cómo esta pastor? ¿Cómo va la iglesia? La respuesta 9 de 10 veces es, “bien y la iglesia en victoria”, cuando la realidad es que a veces te estas ahogando y no tocas fondo.
La mayoría de nosotros cuando respondimos al llamado de Dios a nuestras vidas, nos lanzamos sin pensarlo dos veces. Mientras más joven eres cuando comienzas, más ilusiones y energías tienes. Eso mezclado con un poco de fe, un poco de conocimiento bíblico, y dos o tres que te digan, “tú puedes”, es suficiente para “darte un zambullón” ministerial. El problema es que a veces medimos mal la distancia y en el camino nos quedamos sin aire.
Lo que parecía fácil al principio, ya no lo es. Los que te dijeron “tú puedes” ahora critican lo que haces. La gente no se compromete del todo, solo un pequeño grupo que siempre están ahí, pero se cansan porque están haciendo el trabajo de cuatro personas. La frase de enganche para salir de eso es, “pastor, siento de Dios tomarme un descanso”, traducido al español seria, “yo también me quede sin aire”. Las palabras de Jesús sobre, “mi yugo es fácil y mi carga ligera”, es un texto que se cita no una experiencia que se vive.
Los retos no faltan. La congregación no crece. La gente no da. Siempre son los mismos y si uno de esos se va, ya entran en déficit. Sumado a eso nadie te enseño a cómo formar y entrenar un equipo de líderes competente y movilizar una congregación para que crezca. Nos es por falta de leer buenos libros, es que de la teoría a la implementación hay un gran trecho y la experiencia de otro hace una gran diferencia.
Si eres de los que llegaste más adentro, la congregación creció, pero se estancó. En ese particular no estás solo. Mas del 94% de las congregaciones tienen 200 personas o menos y la mayoría está reciclando gente o perdiendo personas. A lo que muchos le llaman crecimiento es transferencia de cristianos que se quedaron sin aire en una congregación y necesitan otro, “mar” para nadar.
Si esto es así y las estadísticas lo confirman, quiere decir que la mayoría de tus amigos y compañeros pastores(a) están en las mismas, te quisieran ayudar, pero ellos también están sin aire y algunos están más cansados que tú. Lo más que te pueden decir es, “sigue por lo menos mueres nadando”.
A diferencia de mi experiencia en el agua, en el ministerio es mucho más complicado.
- ¿Quién te pregunta y está dispuesto a nadar contigo hasta la orilla para que recuperes el aire?
- ¿Quién sabe nadar y tiene la experiencia para ayudarte?
- ¿Eres tú suficientemente humilde para decir, necesito ayuda?
- ¿Prefieres guardar la imagen y seguir creyendo que sabes, mientras golpeas el agua y sucede un milagro, pero otros a tu lado se están ahogando?
No son preguntas fáciles, pero te pueden salvar la vida, el ministerio y en ocasiones hasta la familia.
Yo quiero ofrecerte una opción.
Una oportunidad que te puede salvar, regresar la pasión por el ministerio, darte un segundo aire y no regresar a la orilla sino llegar hasta las “bollas”, hasta cumplir y ver todo lo que el Señor ha hablado a tu vida.
Comenzando en Enero 21 del 2019, he decido comenzar a impartir mi conocimiento y experiencia en grupos de 12 a 15 pastores que desean ir a más.
Este entrenamiento lo he titulado, Transformación Congregacional. Son 9 semanas, más de 18 horas en vivo de temas relacionados a la edificación, desarrollo, y movilización de una congregación. El objetivo es edificar iglesias que crezcan en todo.
Acompañado de evaluaciones, guías de trabajo, asesoría personalizada y acompañamiento será una experiencia literalmente transformadora.
Por supuesto que algo como esto requiere una inversión, que comparada con lo que recibirás es más bien un costo representativo, porque el valor es incalculable.
Si estas pastoreando, o presides una red, o estás pensando comenzar una congregación esto puede ser lo que has estado orando y la respuesta del Señor a tu necesidad. Esto es exclusivo para personas que cumplen con las condiciones mencionadas.
Para ver la orientación y mas información OPRIME AQUÍ.
Si te quedaste sin aire, este entrenamiento puede ser tu salvavidas, pero tu tienes una parte también en esto, debes querer salvarte.
Considerare un privilegio el que me permitas caminar contigo el próximo tramo de tu jornada.
Ya yo lo he caminado, y te puedo decir,
“échame el brazo, yo te voy a cargar hasta la orilla, pero te tienes que dejar llevar, no me hundas o hagas fuerza, no puedo nadar por los dos – pero si me dejas te puedo ayudar para que llegues a las bollas”.
Nos vemos en el entrenamiento.
Para ver la orientación y mas información OPRIME AQUÍ.