Crucificado Al Mundo


Este es uno de esos textos Paulinos que confrontan al lector más casual. ¿Qué quiso decir Pablo con la frase?, “el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.

Gálatas 6:14

Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.

Como siempre entender al Apóstol Pablo requiere estudiar el contexto en el cual sus palabras son declaradas. La manera como él usa la palabra “mundo” en estos textos abarca una amplia gama de consideraciones. Considera el contexto en el versículo 13,

Gálatas 6:13

Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.

¡Que golpe a la religiosidad!

Como un torpedo dirigido a su blanco, Pablo confronta la sutileza del espíritu del mundo en principio y acción. La verdadera motivación de los que querían que los gálatas regresaran a la ley como garantía de que eran hijos de Dios y herederos de Abraham era simplemente para, “gloriarse en la carne”.

Estos querían gloriarse de los números, seguidores, y los discípulos que estaban logrando. Su deseo de impresionar basado en lo externo y visible los llevó a usar a los creyentes como evidencia de que Dios aprobaba lo que ellos estaban enseñando.

Para ellos el éxito era más importante que el fruto y la cantidad era evidencia de validación. Pablo considera esa actitud como mundanalidad en principio y espíritu. En otras palabras, de eso se gloria el mundo y ellos están operando en ese modelo.

El contraste no pudo ser más contundente y la posición espiritual más clara. A Pablo no le interesaba la gloria de los hombres y no dependía de la aprobación de ellos, para ejercer un ministerio que agradara a Dios.

La prioridad de Pablo no era si él tenía la “red apostólica” más grande, o un movimiento influyente, o si tenía muchos seguidores y mucho menos si tenía manifestaciones externas de éxito; lo que más tenía peso en el corazón del Apóstol era – la formación de Cristo en aquellos a quien él había sido enviado.

Galatas 4:19

Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,

Hasta que Cristo sea formado en vosotros” – esa es mi preocupación, no cuan grande, popular, o exitoso me puedan considerar otros. Mi vara de medir no es lo que el mundo establece. Ante todo eso yo estoy muerto, decía Pablo. Yo estoy crucificado con Cristo. Lo que importa es la medida de Cristo en los santos.

¿Puedes ver la sutileza de cómo podemos llegar a ser tan mundanos como cualquier pagano? Para aquellos que hemos caminado en los asuntos del “ministerio” por algún tiempo, es de conocimiento común que el tamaño de una congregación, quien es tu “cobertura”, o qué logros has tenido te logran un “estatus” privilegiado en la opinión y oportunidades que están disponibles.

Después de todo, ¿quién no quiere oír como tener miles de personas en la congregación? ¿Significa esto que es malo tener una numerosa congregación? Por supuesto que no. Lo que Pablo está juzgando no es la cantidad, sino las motivaciones que se pueden anidar en nuestros corazones.

Tener una numerosa congregación no es una validación de que Cristo está siendo formado en la vida de los creyentes. Como tampoco lo es, que ser pequeños es sinónimo con calidad.

En el Eterno Propósito del Padre una sola cosa determina el valor de algo, y esto es, la medida de Cristo en todo. No importa lo grande, conocido, como los hombres hablen favorablemente de algo o alguien, en la nueva creación nada de eso tiene valor para el Propósito. Lo que cuenta es cuánto de Cristo se ha formado.

[shareable]En el Eterno Propósito del Padre una sola cosa determina el valor de algo, y esto es, la medida de Cristo en todo.[/shareable]

¡Oh!, ¿Cuánto necesitamos recordar esto? En una cultura evangélica donde los números, la apariencia, la popularidad, la fama y el éxito claman por sus derechos, necesitamos ser recordados que esa no es la vara de medir para Dios.

Quizás tu no eres muy conocido, y pastoreas una pequeña congregación – no hay muchos aplausos y reconocimiento, y para el mundo y los religiosos eres inconsecuente. Pero, lo que estás haciendo contiene la medida de Cristo, en eso es que debes establecer tu corazón. El Señor te dará gracia para esa crucifixión.

Pocas cosas son más difíciles que ser rechazado. A ninguno nos gusta, por lo menos a mi no me produce gozo, pero Jesucristo fue menospreciado y rechazado por los hombres. Lo que determina el valor de algo para Dios debe convertirse en nuestro modelo y principio de vida y acción.

La resurrección lo cambió todo. Esa es la victoria de la cruz. Permite que las palabras del que una vez fue aclamado, aplaudido, reconocido y se glorió en la religiosidad resuenen en tu espíritu – “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”…


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