Ahora Que Has Creído, ¿Quién Eres?


El capítulo dos de la epístola a los Gálatas inicia lo que se convertirá en el resto de la carta el tema predominante. El asunto tiene que ver con IDENTIDAD.

Ahora que has creído, ¿Quién eres?

 

Gran parte de la problemática que estaba enfrentando la iglesia en el primer siglo particularmente las congregaciones donde los gentiles se habían convertido, incluyendo las que el Apóstol Pablo había establecido, descansaba en el tema de la circuncisión.

La pregunta era, ahora que han creído al mensaje del evangelio, ¿Quiénes son? No solo era importante saber quiénes eran, sino también quien más pertenecía a tu grupo, tribu y familia étnica.

Al principio esto no era tan importante porque todos los primeros creyentes eran judíos. Pero, cuando comenzaron los gentiles a creer al mensaje del evangelio, y a ser bautizados, la pregunta de quienes eran ahora que habían creído, surgió, y surgió violentamente.

Todo el argumento estaba concentrado en la ley judía. Si los judíos tenían que obedecer la ley de Moisés; definitivamente los cristianos que creen en el Mesías Judío, también lo tienen que hacer.  

En este particular la posición de Pablo era clara, la ley define al judío como una familia sobre cualquier otro grupo étnico, pero si personas de esos grupos se convierten al evangelio lo hacen en términos iguales.

En otras palabras, la identidad no es un asunto de a qué familia perteneces y que ley obedeces, sino – en quien estas. Esto es lo que Pablo defiende el resto de la carta desde diferentes ángulos.

Los que acusaban a Pablo y querían poner en duda su apostolado entre los gálatas, ahora estaban introduciendo un nuevo argumento. Según ellos, Pablo no había sido claro porque él quería que todos los creyentes que no eran judíos se circuncidaran.

Esta acusación provoca que Pablo explicara lo que verdaderamente había pasado y lo que no había sucedido en su visita a Jerusalén. Esta es la razón de los versos 1-5.

Gálatas 2:1-5

Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedí para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.

Estos versos afirman tres cosas sobre la segunda visita de Pablo a Jerusalén, luego de su conversión.

1. Él no fue a Jerusalén para que le enseñaran el evangelio; ya él lo conocía. Él fue porque Dios mismo le dijo que fuera, probablemente por medio de una revelación profética. (Hechos 11:27-30)

2. Les explico a los Apóstoles de Jerusalén lo que él estaba predicando en el mundo gentil no para aprender algo nuevo sino para mantener la unidad con lo que todavía era el centro de acción de la fe cristiana.

3. Es muy probable que Pablo quiso identificar lo que él llama “falsos hermanos introducidos a escondidas”, para exponerlos y mostrarles que lo que ellos estaban haciendo era lo mismo por lo cual estaban acusando a Pablo.

Ante todo esto, Pablo declara que él ni por un momento accedió, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. ¿Por qué? Porque el evangelio es la proclamación de que el Cristo crucificado y resucitado es el Señor del mundo, y si él es el Señor, entonces, aquellos que creen en El, deben formar y ser una sola familia.

Desde el versículo 6 al 10 Pablo entra en temas muy delicados que tiene que manejar con mucha sabiduría y prudencia. No olvides que para Pablo la unidad de la iglesia era central en su mensaje, sin comprometer la verdad del evangelio. (Para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros Ver. 5)

Tres veces menciona a los que tienen “cierta reputación”. Pablo sabía que ellos habían estado con Jesús y naturalmente tenían cierto grado de respeto y admiración entre los creyentes.

Las primeras dos veces menciona su reputación, pero en el verso 6 se desvía un momento y dice: (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas, a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron).

Es como decir, a Dios no le importa si tienes ojos azules o negros, eres viejo o joven, gordo o flaco, hombre o mujer, rico o pobre, conocido o desconocido. El amor de Dios por todos es el mensaje central del evangelio, quita el amor del mensaje por un momento y ya no tienes evangelio.

[shareable]El amor de Dios por todos es el mensaje central del evangelio, quita el amor del mensaje y ya no tienes evangelio.[/shareable]

La tercera vez que los menciona los identifica por su nombre (Jacobo, Cefas y Juan) y los reconoce como columnas de la iglesia en Jerusalén. El propósito de todo esto era describir lo que paso en esta reunión con “las columnas”, lo cual era la defensa contra la acusación de los judaizantes que se habían infiltrado en la iglesia.

Tres cosas que sucedieron en esta reunión:

Primero, No le añadieron nada a Pablo. Ellos no le dijeron a Pablo que su mensaje estaba deficiente y que debería de añadirle que los gentiles se circuncidarán.

Segundo, Ellos estuvieron de acuerdo con la división de tareas: Pablo iría a los gentiles y ellos se concentrarían en los judíos.  

Tercero, Le pidieron que no se olvidara de los pobres.

Con esto, Pablo dejo claro a los gálatas que él no era del grupo elite de los apóstoles de Jerusalén, pero que ellos tampoco se oponían a su ministerio y que estaban contentos con su obra.

La lección no está en los detalles del relato sino en el principio que mantuvo a Pablo centrado, y esto era, la obra de la gracia de Dios operando en los suyos. Esta declaración la debemos mantener presente en todo tiempo.

Verso 8 –  (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada…

Esto requiere de una humildad que no es común, «reconocer la gracia que Dios le ha dado a otros”.

¿Cuánto más hubiera avanzado el evangelio? ¿Cuantas críticas innecesarias se hubieran evitado? ¿Cuantas menos congregaciones no se hubieran dividido? ¿Cuántas familias no se hubieran dejado de congregar?

Cuán difícil es reconocer que la obra de la gracia de Dios en y a través de los suyos trabaja de diferentes maneras, con diferentes personas, y en diferentes tradiciones.

Señor ayúdanos a guardar la unidad de la iglesia, sin comprometer la verdad del evangelio.

¿De qué maneras piensas que puedes contribuir en guardar la unidad de la iglesia en el vínculo de la paz?

Para leer los artículos anteriores de esta serie, solamente oprime el título.

  1. Cuidado con Los Perturbadores Y Los Que Quieren Pervertir El Evangelio De Cristo.
  2. Conversión Y Llamado Del Apóstol Pablo
  3. La División: El Cáncer De La Iglesia En El Siglo 21

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