Todas las experiencias que has tenido en la vida te han formado en la persona que eres hoy. El peligro de esto es, la tendencia a buscar episodios negativos para justificar acciones del presente.
Hay personas que viven recordando solo los eventos negativos que forman parte de su historia. Es imposible progresar en esta etapa de tu vida si continuamente estas viajando al pasado para recordar las cosas negativas que te han sucedido.
Por cuanto la vida no es ese episodio o aquellos sucesos que te impactaron de forma negativa en algún momento, sino que se compone de lo que haces y decides después de vivir aquellos incidentes; es importante aprender a reinterpretar lo sucedido para darle sentido a tu historia.
La vida es como un libro compuesto por muchos capítulos. Un capitulo negativo no significa que el libro no sea bueno o no tenga valor. Así es tu vida – un episodio negativo no significa que tu historia no tiene sentido.
Nunca canceles el poder de Dios para transformar tu presente. Acepta hoy tu responsabilidad de diseñar una vida diferente. Con esto no quiero subestimar las lágrimas, producto de tus experiencias negativas, ni el dolor que estas pudieron haber causado.
Aquí te comparto 4 consejos que me han ayudado en diferentes etapas de mi vida.
Paso 1: La Sabiduría de Comenzar Pequeño
Lo primero es fijar una meta que este un poco más allá de tu zona de comodidad.
Enfocarte en algo que sea diez veces más de tu capacidad presente de alcanzar es prepararte para la frustración. Esto trabajara para personas que han perfeccionado las destrezas para lograr grandes resultados pero la mayoría de nosotros tenemos que comenzar alcanzando pequeñas victorias.
Por ejemplo:
- Si deseas perder peso y re-diseñar tu cuerpo – en vez de concentrarte en perder 40 libras – enfócate en perder las próximas dos libras.
- Si necesitas cambiar tu condición financiera, en vez de querer ser millonario de una vez – enfócate en como aumentar primero tu potencial de generar nuevos ingresos de una manera diferente.
- Si deseas transformar el mundo – porque no comienzas cambiando aquellas cosas que puedes mejorar de ti mismo.
Esto quizás no suena muy emocionante pero el punto es que comienzas pequeño y construyes sobre los éxitos que estas teniendo en vez de tratar de hacerlo todo de un golpe y nunca lograr nada.
Paso 2: Crea Una Declaración De Intención
Una vez al día escribe o trae a tu memoria la meta que quieres lograr. La mejor declaración de intención que un creyente pueda tener esta en Filipenses 4:13
Por ejemplo:
“En Cristo yo ahora estoy en paz.”
“En Cristo yo le estoy dando sentido a mi historia.”
“En Cristo yo puedo intencionalmente comer con entendimiento y comenzar a perder peso.”
“En Cristo yo estoy cumpliendo con mi propósito de vida.”
Por supuesto, tú lo declararas conforme a tu propósito. Lo importante, es que cuando tú haces esta declaración de intención, tu estado emocional se tiene que alinear a esta declaración.
La razón por la cual muchas personas sabotean las posibilidades de una vida productiva es porque sus declaraciones son más mentiras que verdades. Tarde o temprano tu mente te hará sentir que lo que estas diciendo no es cierto y te debilitaras en el proceso.
Por eso declaraciones como “en mi vida todo esta bien” llevan a las personas a una frustración silenciosa porque sus emociones no se pueden alinear a su declaración de intención. Pero si en vez de decir “todo en mi vida esta bien” dijeras: “yo estoy trabajando para arreglar aquellas cosas que en mi vida no están bien” – esta declaración es una verdad a la cual se alinean las emociones y sentimientos.
Paso 3: Celebra Tu Éxito Futuro
Celebrar tu futuro es la esencia de la fe. Es permitirte sentir la emoción de la realización de tus metas antes de que sucedan. Imagínate, que ahora puedes cumplir tu próxima meta porque ya alcanzaste la primera. ¿Cómo se siente?
Planifica la celebración de tus éxitos futuros para que no tengas tiempo de estar quejándote del pasado. Disfruta el sentimiento. ¿Qué imágenes vienen a tu mente?
Paso 4: Escoge Hacer Lo Mismo Todos Los Días
Trabaja en una sola meta a la vez a menos que ya no quieres alcanzar lo que te habías propuesto.