Uno de los énfasis que más usted oye en la radio y televisión “cristiana” es la necesidad de un avivamiento. Si fuéramos a juzgar la cantidad de veces que líderes cristianos usan esta palabra podemos llegar a creer que un avivamiento es la cura para todas las necesidades en la iglesia y el mundo.
La idea suena interesante el problema es que no es del todo bíblica.
Crédito de imagen: Alessandro D’Esposito
¿Sabía usted que la palabra avivamiento no aparece en el Nuevo Testamento? Aunque es cierto que hay verdades en la Biblia que no son específicamente mencionadas por nombres, sin embargo son ciertas. Un ejemplo de esto es la palabra Trinidad, esta palabra no está en la Biblia pero sabemos que es una verdad bíblica.
Esto no sucede con la palabra avivamiento. En el Nuevo Testamento no encontramos ningún tipo de enseñanza sobre este tema. El único material sobre el tema de avivamiento está en el Antiguo Testamento. Y, para eso hay una razón. Un avivamiento es un concepto del Antiguo Testamento.
Cuando lees el Antiguo Testamento encuentras que periódicamente Israel necesitaba regresar a Dios luego de un largo periodo de infidelidad e idolatría. Ese era el significado de un avivamiento. Israel regresaba al pacto, su fe era vigorizada, y experimentaban un nuevo comienzo, en otras palabras – “eran avivados”.
Esta es la razón por la cual cuando se usa esta palabra usualmente está relacionada al desánimo, el cansancio, el poco compromiso de muchos, las crisis nacionales, la apatía de las personas, etc., etc,etc. La idea es que no hay vida, pasión y compromiso y lo que se necesita es un avivamiento.
A través de la historia de la iglesia el Espíritu Santo ha hecho cosas inusuales, algo que no puede hacerse humanamente. El gran despertar del siglo 18, es uno de los ejemplos más famoso junto al llamado avivamiento en la calle Azuza en California a principios del siglo 20. Aún los que participaron y dirigieron esos tiempos de la historia no podían explicar lo que estaba pasando. Por lo tanto no puede ser repetido por ningún proceso humano.
Para muchos cristianos la palabra avivamiento se refiere a una semana de servicios especiales en una congregación con un predicador invitado. El deseo es salir de esos servicios “avivados” y en “fuego para Cristo” y aun mejor si muchas almas se “convirtieron”. Como la mayoría que asiste a esos servicios ya son creyentes lo más que hay son “reconciliaciones”. Las personas que hacen esta “rededicación” sienten que no están dando el “grado”, así que se rededican a vivir con mayor compromiso y pasión para el Señor.
Muchos de nosotros fuimos parte de eso. Nadie puede negar que después de esa semana de “avivamiento” (o campaña) experimentabamos una renovación de entusiasmo y compromiso para el Señor. Pero, al próximo año necesitábamos otro avivamiento o en algunos casos dos veces al año porque poco a poco se iba desapareciendo los efectos del anterior. Por eso es común en muchas congregaciones ver a las personas “rededicarse” al Señor todos los años.
La solución del Antiguo Testamento para el avivamiento no es la respuesta para los creyentes en el Nuevo Pacto.
La Verdad Que Tenemos Es Mucho Mejor
Lo que necesitamos es algo mejor que un “avivamiento” – necesitamos una revelación.
[shareable cite=»Pastor Tommy Moya»]Lo que necesitamos es algo mejor que un “avivamiento” – necesitamos una revelación.[/shareable]
Esta es la razón por la cuál el Nuevo Testamento no habla de avivamiento sino de revelación. Pablo no oro por avivamiento sino por revelación.
Efesios 1:15-17
Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él.
Pablo oro por los Efesios lo que hubiera orado por nosotros. No por un avivamiento sino para que los ojos de nuestro entendimiento fueron iluminados en el conocimiento de él.
Esto es más que una “rededicación” y una “infusión de entusiasmo”. ¿Qué quería Pablo que los creyentes entendieran?
Efesios 1:18-19
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza…
Pablo quería que los ojos del entendimiento de los creyentes fueran alumbrados para que supieran todo lo que le pertenece en Cristo. Él quería que ellos conocieran el mismo poder del Cristo que habitaba en ellos.
Esa revelación hace mucho más que una motivación temporera, te transformará permanentemente.
Yo estoy consciente que muchos comenzamos nuestra vida en Cristo por causa de “una semana de avivamiento” (ese es mi caso) y muchos han sido salvos en esas reuniones. Dios usa cualquier ambiente para hacer lo que quiere.
Pero, algo mejor removerá la necesidad de ser avivado continuamente y eso es una revelación de quien eres en Cristo. Eso nunca desaparecerá y tampoco tendrá que ser avivado, aun mejor serás transformado a la misma imagen de Cristo.
En 2 Corintios 3:7-11 Pablo nos muestra la diferencia entre el concepto de la revelación en el nuevo pacto y la idea de avivamiento en el viejo pacto.
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.
Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.
En estos textos Pablo está comparando las glorias de ambos pactos.
No hay dudas que cuando Moisés tuvo un encuentro con Dios en el Monte Sinaí, su rostro fue irradiado con la gloria de Dios. Él fue avivado en el monte. El problema fue que aquella gloria no era permanente, eventualmente desaparecía.
Seguro que los avivamientos en el viejo pacto tenían una medida de gloria, pero nada se compara con la gloria que tienen los creyentes en el nuevo pacto. Cristo mismo es nuestra esperanza de gloria.
Cuando recibimos esta revelación, de quien somos en Cristo y lo que tenemos en él es una gloria que no desaparece, no necesita ser avivada y mucho menos rededicarla.
Considera como Pablo concluye ese capítulo en 2 Corintios 3:18:
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Afírmate En La Verdad Que Te Hace Libre
Decir que necesitamos un avivamiento se oye bien, pero no es cierto porque se queda muy corto. La mayor necesita de la iglesia no es un avivamiento. Lo que necesitamos es una revelación de la gracia con relación a quienes somos en Cristo. Cuando esa revelación es impartida la gloria que tenemos excede a un avivamiento.
Esa es la fuente de una verdadera transformación, un proceso para toda la vida y permanente.
Pídele al Padre que abra los ojos de tu entendimiento para comprender quien eres en Cristo y las riquezas que en él te pertenecen y la grandeza de su poder para con nosotros. Jamás volverás a necesitar un avivamiento.