En medio de una violenta persecución y gran ansiedad el escritor de la carta a los hebreos los exhorta a confesar abiertamente el nombre de Cristo.
La frase “fruto de labios” aquí se traduce de la palabra “homologeō” – homos (lo mismo) lego (hablar) en otras palabras, hablar lo mismo. También de esta palabra se derivan palabras como acción de gracias, confesar, estar en acuerdo, etc.
Crédito de imagen: M R Fakhrurrozi
Estar de acuerdo con lo que Cristo ha hecho por nosotros abre las puertas de los tesoros del Reino. Nada hace más evidente el fundamento sobre la cual edificamos nuestra vida que el vocabulario.
Aquí te comparto algunas verdades fundamentales sobre la cual se construye la confesión del nombre de Cristo. Cuídate de no estar repitiendo frases trilladas que no tienen ningún valor y en muchas ocasiones van en contra de lo que Cristo ha hecho por ti.
[shareable cite=»TM»]Nada hace más evidente el fundamento sobre la cual edificamos nuestra vida que el vocabulario.[/shareable]
Declara estas verdades relacionadas a ti en Cristo:
- El Dios de amor tiene un eterno plan conmigo en Cristo. Puedo vivir sin temor, porque estoy seguro de su amor.
- Yo soy una nueva criatura en Cristo.
- Estoy destinado para la eternidad. Mi eternidad es ahora porque estoy en Cristo quien es la vida eterna.
- Cristo murió por el perdón total de mis pecados pasado y presente. Soy perdonado para siempre por el don inefable de la gracia.
- Yo soy un coheredero con Cristo.
- Cristo murió no para hacerme un religioso sino para regresarme al orden de dominio y gobierno del Edén.
- Yo estoy sentado en lugares celestiales en Cristo Jesús.
- Yo ya fui crucificado con Cristo (Romanos 6:6,11, Colosenses 3:1-4) Ya morí. No tengo que morir otra vez por el viejo hombre. Enfatizar en el sacrificio personal para morir continuamente, niega el poder de la resurrección. Cuando Jesús murió nosotros morimos.
- Yo fui sepultado con Cristo. (Romanos 6:3-4; Colosenses 2:12)
- Yo resucite con Cristo. (Romanos 6:9; Colosenses 3:1)
- Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
- La plenitud de Dios habita en mí.
- Yo estoy sentado en lugares celestiales con Cristo. (Efesios 2:5-6)
- Ya he sido vivificado en Cristo (Efesios 2:1-2; 1 Corintios 15:23)
- Soy parte del cuerpo de Cristo en la tierra.
- Ahora soy un real sacerdote. (1 Pedro 2:5)
- Tengo el derecho para estar en la presencia de Dios y tener comunión con El. Puedo comunicarle a otros el poder de la vida detrás del velo.
- Puedo disfrutar de la vida abundante en mi espíritu, alma y cuerpo. Puedo estar completo en esta vida.
- Todos los días son santos, separados y diseñados para mí.
- Soy un representante legal de Dios en la tierra, un embajador.
- No soy de este mundo. (Santiago 4:4, 1 Juan 2:15-18)
- Puedo vencer el mal con el bien. (Romanos 12:21)
- Fui creado para su gloria (Isaías 43:7). Tengo el poder para manifestar su gloria en la tierra.
- Puedo vestirme de Su amor y caminar en absoluta confianza y seguridad en Su poder, sabiduría y bondad.
- No necesito la aprobación de los hombres, ambiciones distorsionadas, vanagloria o popularidad. No tengo que dudar en la adversidad, negociar con el enemigo o estacionarme en la zona de la mediocridad.
Siente la libertad de añadirle a esta lista lo que específicamente el Señor ha hecho con tu vida. En todo ponte de acuerdo con El y veras como brotará de tu interior un sacrificio de alabanza, un fruto de labios que confiesan su nombre.
Cuando esto hagas encontrarás vida para tu alma, paz para tus pensamientos y tendrás una actitud diferente para enfrentar la vida.
1 Tesalonicenses 5:18
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
