Como Ser Libre De Hábitos Y Pensamientos Destructivos P.4


Este es el cuarto artículo de la serie Como Ser Libre De Hábitos Y Pensamientos Destructivos – para leer el primer artículo oprime aquí, el segundo oprime aquí, el tercero oprime aquí.

Uno de los temas que normalmente se relacionan con el arrepentimiento es la confesión.

COMO SER LIBRE DE HÁBITOS Y PENSAMIENTOS DESTRUCTIVOS

 

El texto que se usa en muchas ocasiones para hablar sobre la necesidad de confesar los pecados para ser libres es 1 Juan 1:9

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Este también es el texto que se le cita a la gente cuando nada de lo que hace le sale bien, el comentario usualmente dice así, “tú no sales de esa condición porque tiene que haber algún pecado que no has confesado”.

A otros los pasan por liberaciones donde se recuerdan todos los pecados cometidos, – de los que no se acuerda se cita a David por los “pecados que le son ocultos” y si nada cambia entonces es una “maldición generacional”.

Para fortalecer el proceso en ocasiones se usa “aceite ungido”, “repetir ciertas oraciones”, “hacer ciertos pactos”, “comprar mantos ungidos y agua de la tierra santa”, en fin, cada semana sale algo nuevo que “Dios reveló”, para que la gente “sea libre”, “prospere” y “no le falle a Dios”.

Como toda verdad en la Escritura, cuando se saca de contexto se puede usar para validar cualquier locura que la gente se invente. Nuestra actitud no es juzgar el corazón de nadie, pero la realidad es que podemos estar sinceramente equivocados y conducir a mucha gente al error.

El propósito de la epístola de Juan es tratar con ciertas herejías que se habían introducido en la iglesia del primer siglo. Una corriente de pensamiento gnóstico se había infiltrado en la iglesia que promovía la idea de que Jesús era solo espíritu. Los gnósticos del primer siglo creain que Dios nunca caería tan bajo como para tomar un cuerpo de carne.

Esta es la razón por la cual Juan comienza la carta usando palabras que enfatizan la fisicalidad de Jesús – “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado”. Estas declaraciones describen la interacción con un Jesús físico, no un espíritu.

Más adelante en la carta Juan confronta directamente a estos gnósticos y le dice:

1 Juan 4:3

y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

El primer capítulo de la epístola de Juan no está dirigido a los creyentes sino a los gnósticos que aparte de decir que Dios no había venido en carne, también negaban la realidad del pecado. Estaban enseñando falsa doctrina.

La lectura del capítulo nos muestra que con quien Juan estaba preocupado era con los que decían que “no tenían pecado” – verso 8.

¿Conoces tu algún creyente verdadero que diga que nunca a pecado? Por supuesto que no.

Lo primero que hay que reconocer para ser un creyente en Cristo, es aceptar que somos pecadores. Cualquier persona que reclama que nunca ha pecado, se engaña, la verdad no está en ellos, anda en tinieblas, y no tiene comunión con Dios y los demás creyentes. Todo esto es lo que Juan presenta en los versos 5 al 8 del primer capítulo.

1 Juan 1:9 no es una invitación para que los creyentes regresasen al pasado y recuerden todos los pecados que cometieron para que los confiesen y puedan “ser libre”, “prosperar” y “salir de una maldición” – sino una invitación a considerar un cambio de mente (metanoia) y ponerse de acuerdo (confesar) con Dios para que El haga una obra en los que no han creído en Jesús.

Lamentablemente a muchos creyentes le han enseñado que la confesión es como una “barra de jabón” – que si continuamente se confiesan se mantendrán limpios y en comunión con Dios.

¡Qué triste! Cuando no reconocemos que lo que trae el perdón no son palabras sino la sangre – la sangre que fue derramada en el sacrificio de una vez y para siempre y que trajo una limpieza total para toda la vida.

El peligro con esta idea sobre la confesión y el perdón, es que las personas buscan sentirse perdonados como una confirmación de que están en comunión con Dios, pero, cuando las emociones y sentimientos los traicionan dudan que han sido perdonados, verdaderamente han nacido de nuevo y Cristo vive en ellos.

En el original la palabra confesión (homologeō) está compuesta por la palabra (homou) = en el mismo lugar o tiempo, juntos – y (logos) algo que se dice (incluye un pensamiento), por implicación el tópico de una discusión, también es razonamiento o motivo, la expresión divina, esto es Cristo. En el principio era el verbo… – Juan 1:1.

Confesar el pecado es más que reconocer su existencia. La verdadera confesión es decir del pecado lo mismo (homou) que Dios dice del pecado; y estar en acuerdo con el Logos de Dios, la lógica de Dios, que se expresó en el Verbo hecho carne.

¿Qué dice Dios sobre el pecado?

Jesús demostró que el pecado no es algo que Dios tolera – por eso lo quito pagando el precio más alto.

¿Por qué es Dios tan intolerante con el pecado?

Porque él no quiere tener una pobre calidad de comunión con sus hijos. El hombre fue creado para vivir en perfecta unión con Dios, estar de acuerdo con El, depender de Él y vivir por El.

Como hijos de Dios nuestro perdón y limpieza no dependen de nuestra memoria, o confesión sino de la obra perfecta de la cruz.

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La sangre derramada en la cruz te limpio y te perdono de una vez y para siempre y no necesita ser derramada otra vez, porque tu cometiste un pecado. Eres libre no porque repites lo que hiciste mal sino porque estás de acuerdo con Dios que no actuaste o estás actuando según tu nueva naturaleza.

Cualquier sistema, que no considera el sacrificio de “una vez y para siempre” como la finalidad de lo que Dios ha hecho en Cristo, está intrínsecamente defectuoso.

Seamos honestos con nuestras luchas, pero estemos claros sobre lo que Dios logró en la cruz con la muerte de Su Hijo.

Los catolicos van a los sacerdotes y los evangélicos apelan su caso directamente a Dios. Uno cree que otro hombre le confiere el perdón y el otro asegura que si lo hace con dolor y sinceridad Dios lo perdonará. Lo que Dios quiere que tu reconozcas es que “ya todo está consumado” te pongas de acuerdo con El (confieses) y experimentes una verdadera “metanoia”.

Solo esto te hará apartarte del pecado, y tu motivación no es “sentir algo” que se recibe por fe a pesar de lo que puedas estar sintiendo.

Por supuesto que sentimos pesar, tristeza, lamento cuando pecamos, eso es normal y se espera. Debe preocuparnos cuando un creyente no se siente mal porque ha pecado. Hay una tristeza que produce arrepentimiento para salvación.

2 Corintios 7:10

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

La tristeza ocurre porque el creyente no está viviendo según su nueva naturaleza que está diseñada para la obediencia, amor y buenas obras. Estamos diseñados para algo mucho más grande y esto es manifestar la vida de Cristo en nosotros.

¿Contra qué estás luchando? ¿Qué hábitos, comportamientos, debilidades y vicios no has podido vencer?

Qué te parece si en vez de estar hablándole a Dios sobre tus pecados, le hablas a tu pecado sobre lo que Dios ha hecho en la cruz.

Ya Dios trato con el pecado una vez y para siempre.

2 Corintios 5:19

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

No importa la cantidad de veces que te confieses, quieras obedecer la ley, hagas pactos y promesas de que no lo volverás a hacer, no es eso lo que te hará libre. Lo que te libertara es estar de acuerdo con Dios que solo en Cristo y Su obra perfecta tendrás todo lo que necesitas para vivir en victoria.

Esa fue la experiencia del mayor fariseo, religioso, y fiel cumplidor de la ley – Pablo.

Romanos 7:23-30

pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

24 !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Lo que tú necesitas no es otro método, fórmula o proceso para ser perdonado – lo que necesitas es ponerte de acuerdo con Dios de una vez y para siempre sobre lo que él dice que ha hecho con el pecado.

No tenemos que pecar, pero si pecamos (esto no es una excusa para pecar) sino el reconocimiento de que pecamos – Juan dice en el capítulo 2 verso 1,

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Tu abogado tiene toda la evidencia indisputable que la deuda está cancelada y en Su propia justicia, El representa tu inocencia. El mismo es la paga por el pecado, y no solo por los tuyos sino por los del mundo entero.

Cuando estás de acuerdo con Dios en lo que él ha hecho será inevitable que no seas transformado(a).

Puedes dejar tus comentarios abajo y participar del corto cuestionario de conocimiento para ayudarte a recordar algunas verdades importantes de este artículo.

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